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Apología de la bicicleta

La bicicleta es el medio de transporte idóneo para los núcleos urbanos. Esto es así por varios motivos: en primer lugar, la cantidad de personas que habitan estos lugares hace que los automóviles congestionen la circulación y ralenticen la movilidad. Es paradójico que tardemos media hora en llegar un lugar con un vehículo que va diez veces más rápido que una bicicleta, y, sin embargo, tardemos diez minutos con esta. Tal paradoja se da porque no estamos teniendo en cuenta todos los factores: no solo debe tenerse en cuenta la velocidad punta, sino que también debemos considerar aspectos tales como el tamaño del vehículo y la facilidad que nos da este de aparcar. El coche, si únicamente pensamos en términos de velocidad y eficiencia, es peor que su contrincante de dos ruedas. En segundo lugar, la huella ecológica que deja el vehículo motorizado es claramente mayor que la de la bicicleta, por motivos obvios en los que no cabe profundizar aquí. Es, en último lugar, la bicicleta un vehículo que depende exclusivamente de nuestra capacidad; las ruedas solo alcanzarán hasta donde pedaleemos. Esto le da nuestro vehículo una cercanía con nosotros que el coche no tiene. El coche, por el contrario, es proporcionalmente inverso: cuanto más lo usemos, menos capacidad física tendremos. Con la bicicleta somos nosotros quien avanza a los lugares, agentes activos de nuestro viaje.Con todos estos motivos en la mesa, ¿por qué usamos masivamente aún los coches en los núcleos urbanos, siendo más ineficiente, más contaminante y más pasivo? Justamente por esto último: somos una sociedad tremendamente pasiva. Necesitamos que nos lleven, que nos jaleen en las redes sociales a quién votar y a quién desear la muerte. El mantra de la eficiencia es realmente ficticio, no queremos ser unos agentes más efectivos en nuestra realización de metas, queremos que nos alcance el triunfo, los pasos para llegar a él son tangenciales y molestos.Los griegos construían sus pensamientos metafísicos en el gimnasio, después de ejercitar los músculos; la dialéctica era el último ejercicio, la cumbre de un progreso. Nosotros hemos desarrollado una individualidad que puede ser beneficiosa, ¿no deberíamos, a lo mejor, recorrer en bici nuestras ciudades para poder pensar adecuadamente?